Lucía, era una joven que vivía en el centro de Valencia.
Ella tenía pasión por los animales, le encantaba salir a la montaña, sentarse al lado de un riachuelo y escuchar sus sonidos… pero su trabajo y su vida cotidiana le limitaban su espíritu aventurero.
La Carta
Un día, la llamada del destino resonó en su interior, cuando abrió unos libros viejos y encontró una carta y una foto de su abuelo en la que contaba la historia de la guerra y por qué tuvo que refugiarse en el campamento Maqui de la Sierra de Albarracín.
Esa misma tarde le enseñó a su madre la conmovedora carta y le dijo que se iba a ir andando a buscar aquel lugar tal y como su abuelo hizo.
Su madre pensaba que estaba loca, que podría ser peligroso porque ella era muy joven todavía para ir sola.
Pero Lucía, atraída por su instinto, cogió su mochila, metió algo de comida, sus prismáticos, brújula, linterna y emprendió el viaje…
Los Senderos de la Sierra de Albarracín
Tras varios días caminando por una carretera vieja, se adentró en un frondoso bosque de pinos de rodeno mezclado con rocas rojizas.
No podía creer tanta belleza ante sus ojos… Cada sendero se hacía mas serpenteante y hacía que en muchos casos se desorientase.
Altair
Cuando sus pies empezaban a estar muy doloridos, escuchó los cascos de una yegua que paró ante ella. Se veía una yegua noble y con gran fuerza.
Lucía se quedó sorprendida, pues nadie la cabalgaba. Altair se arrodilló para invitarle a subir.
Sin pensárselo dos veces, la joven subió a los lomos de la yegua y juntas empezaron a cabalgar… Tras varios km, la yegua se paró a beber agua en un riachuelo y es allí cuando Lucía descubrió el refugio del que hablaba su abuelo.
Bajó de la yegua, se acercó, y permaneció en aquel lugar donde reinaba el silencio y la tranquilidad. Cubierto entre rocas con piedras rojizas y otras teñidas de negro por el humo del fuego en el que se calentaban y cocinaban la carne que cazaban…
Tras un rato de reflexión y lleno de emociones, continuaron el camino.
La Manada de Caballos Albarracín
Cruzaron varias montañas y pronto llegaron al valle del Masegar, en pleno corazón de la Sierra de Albarracín. Es allí donde se encontraron con Andrés, el dueño de Altair y de aquel lugar maravilloso que les rodeaba.
Cuando Lucía le comentó su gran pasión por los animales y la naturaleza, Andrés le invitó a conocer su empresa en la que trabajaba de guía ecuestre y educador ambiental…todo lo que ella siempre había soñado ser.
Ambos fueron a buscar al resto de la manada de sus caballos que vivían en libertad en el bosque. Una vez allí, los llamó con un fuerte silbido y todos acudieron a la vez ofreciéndoles un gran espectáculo. Le explicó cómo viven, los cepillaron y le enseñó a manejarlos, para finalmente dar un paseo.
Andrés, al ver lo emocionada que estaba, le ofreció trabajar con el para seguir educando a los caballos y cumplir así su sueño y el de muchos turistas que llegaban hasta ellos para conectar con la naturaleza y olvidarse de los problemas.
¿Qué debían saber los turistas?
Los horarios de los paseos a caballo por la Sierra de Albarracín, se hacían a las 10:00, 12:00 y 15:00
La duración era de 2 horas aproximadas.
Podían subir a caballo a partir de 3 años.
No era necesario que tuviesen conocimientos previos, Andrés se encargaría de enseñarles.
El precio era de 25€ por persona.
Se realizaría una reserva previa confirmando día y hora desde la web de Caballos Albarracín.
El respeto hacia los caballos era fundamental.
Se aconsejaba hacer la actividad el mismo día que se visita Albarracín (pueblo mas bonito de España) por su proximidad.
Las Masadas, una casa rural para turistas
Muchos de los turistas que visitaban Caballos Albarracín, les contaban que se alojaban en la casa rural Las Masadas, en Cella, un punto estratégico para conocer los secretos de Teruel y toda la Sierra de Albarracín.
Es posible que tu puedas ser uno de esos turistas y te alojes en nuestra casa rural o quizás estas tierras te acaben atrapando como a todos los que vivimos aquí y te quedes para siempre…