No son Isabel de Segura y Diego de Marcilla, pero en la trama de ésta historia, hay una gran dosis de amor como para catalogarla de romántica…
Algunos negocios acaban como los amantes de Teruel, pero en éste caso, la unión y el trabajo tan intenso entre éstas dos personas, hizo rehacer lo que hoy se conoce como Las Masadas.
A finales de los 60, mi madre Conchi, tenía unos 12 años cuando se quedó sola en casa, mientras mis abuelos habían ido a vender la leche de sus vacas.
De pronto, una tormenta de granizo empezó a caer con fuerza, la luz del candil alumbraba tan sólo un pequeño cuarto, cuando de repente, escuchó golpes fuertes sobre aquella vieja puerta de madera.
Al abrir despacio, no sólo encontró a una familia empapada que buscaba refugio, sino que también encontró al amor de su vida…mi padre Cayo.
Un día, ellos se casaron, se fueron a vivir a Cella y la antigua casa de Conchi quedó abandonada por mucho tiempo y aquella antigua casa de labranza de más de 200 años, empezó a caerse en pedazos.
Pero antes de que todos sus recuerdos se derrumbaran con ella, éstas dos manos, siempre unidas, pensaron en reformarla para turismo rural .Querían que fuese una casa rural rústica y que siguiese conservando sus vigas de madera, su piedra, los pesebres donde comían las vacas…para que hoy tú, puedas viajar al pasado y vivir una escapada rural en familia o amigos.
Ha llegado el momento de cambiar de generación y ahora soy yo, Domi, junto a mi familia, los que vamos a seguir luchando por éste negocio familiar, para que cada día seáis más personas los que vengáis a descubrir Teruel y la Sierra de Albarracín.
PD: Que no cunda el pánico, también conoceréis a Conchi y Cayo.